Hace unos días me crucé por la
calle con una chica que hace bastante tiempo no veía. Sus 3 ó 4 años harán...
- Hey, ¡Hola! ¿Cómo andás?- Eh, ¿Qué hacés? ¡Tanto tiempo!- Todo bien, ¿qué andás haciendo por esta zona?- Vengo a XX, ¿vos?- Me mudé acá a unas cuadras... bah, ya me mudé varias veces.- Si, nosotras también. Ahora estamos por acá cerca. Pasá algún día a tomarte unos mates.- Uh, dale, ya las voy a ir a ver...
Y así entre
cordialidad que va y que viene:
- ¿Cómo andás de tu problema?
[Acá vale aclarar que la chica en cuestión
es depiladora y yo las conozco, a ella y su socia, por este tema que tanto nos
apasiona a las mujeres, desde hace muchos años]
- ¿Mi problema? Todo bien. [En mi cabeza buscaba y buscaba y pensé que hablábamos de mis queridos "pelos" y mi problema con extinguirlos]- Al gordito le cortaron un dedo hace unos meses y mañana le cortan otro.- La puta madre...
Y ahí entendí de
qué problema hablaba. El gordito es el esposo de su socia que lo diagnosticaron
con diabetes tipo 2 hace algunos años. Y siguió.
- Y si, nunca se cuidó. Siguió haciendo lo mismo siempre. Pero bajaba de peso, ¿eh?. Igual comía mucho. Se lastimó el pie hace un tiempo y, en vez de ir al médico, se sacó el cuerito y nunca se le curó. Y cuando ya no podía más del dolor ya fue tarde. Y ahora le cortan otro. ¿Vos estás bien?- Si, si. Todo bien.- Pasate algún día y charlamos un rato.- Dale. Un beso a MM.- ¡Beso! Nos vemos.
Seguí caminando hacia mi casa pensando en cuál sería MI PROBLEMA.
Desde su óptica o desde la mía.
Sigo pensando.
Sweet at last!
No hay comentarios:
Publicar un comentario